15 de outubro de 2014

Patrick Modiano, Premio Nobel de Literatura 2014

El flamante nuevo Nobel dio esta entrevista al diario El País en 2009, en la que da pistas sobre su producción narrativa.
Por Antonio Jiménez Barca, El País


Es muy alto, amable, algo torpe y muy tímido. Patrick Modiano (69) duda al hablar, le cuesta acabar las frases y su muletilla favorita es “no sé si me explico”. Vive en una vieja casa a la espalda del Jardín de Luxemburgo, en París, donde el jueves pasado recibió la noticia del premio Nobel mientras caminaba por el barrio. En esas calles pasó parte de su infancia: todo un síntoma de su relación con el tiempo y la memoria. El cuarto desde el que escribe es una habitación semicircular, tapizada de libros con una ventana también muy alta que da a un jardincito interior. Hay un diván arrugado en el que se sienta a leer cuando no trabaja. 

¿Ha cambiado mucho París desde su adolescencia?

El centro no ha cambiado tanto, porque no se pueden destruir los edificios históricos. Pero en los barrios periféricos sí se han demolido muchas manzanas. Además, cuando yo era adolescente, existía en París una suerte de fantástica mezcla de la sociedad.

¿Y su barrio, Saint-Germain-des-Près?

Ha cambiado desde mi infancia. Aparte de los dos cafés, Les Deux Magots y Le Flore, era un barrio muy provinciano. Había una mezcla muy extraña. Por una parte, era un barrio muy tranquilo, y por otra, había cafés modernos y lugares donde se tocaba jazz. Me acuerdo, cuando yo iba a la escuela, de que a veces pasábamos por una tienda a comprar bombones y veíamos a Picasso o a Giacometti.

¿No le da la impresión de escribir continuamente la misma novela?

Sí, sí. Yo ya me he dado cuenta de que me repito: siempre es alguien que busca a alguien o alguien que intenta recuperar las huellas de alguien. Siempre es así. Y siempre es inconsciente. Luego me digo: mira, esto ya lo has hecho. Las cosas vuelven. Es por un sentimiento íntimo de ausencia, de abandono. Por eso intento buscar las huellas de las personas.

¿Y por qué esa obsesión por alguien que no conoce, como en su libro Dora Bruder?


Yo también me he hecho esa pregunta: ¿por qué estás obsesionado con las huellas de otras personas? Y creo que es porque vivo en el siglo XX o XXI. Si yo hubiera vivido en el siglo XIX habría escrito novelas rurales: largas novelas redondas. Pero en esta época todo es fragmentario y las grandes ciudades favorecen eso, el anonimato, que el rastro de las personas se pierda. No sé si me explico. También, es verdad que yo siempre he estado impresionado por las desapariciones, por las ausencias.

Se ha dicho que en su infancia está la clave de toda su obra.

Puede ser. Pero no es por una especie de nostalgia de la infancia. Es más por las cosas que yo he observado y que me impresionaron durante aquel tiempo. Hay una clase de atención especial, que hace que las cosas te impresionen fuertemente cuando eres un niño. Además, ese período para mí es triste. Sé que hay niños felices, pero mi infancia fue triste.

En Pedigrí, una suerte de autobiografía, habla de esa época y sobre todo de sus padres.

Todo es real. Es una autobiografía especial. Quería hablar de cosas que me hicieron daño y que me resultaban extrañas. En otras autobiografías se habla de cosas íntimas con las que uno está de acuerdo, con las que te reconoces. Yo, por el contrario, quería liberarme de cosas que me hicieron daño.

¿Se continúa paseando por París?
Menos que antes. Me sorprendo mucho con la gente más joven. Con sus ropas. Reconozco en muchos de ellos un aire como el de juventud. Los trajes parecen los mismos que yo veía cuando tenía 14 años.

Ningún comentario: