23 de outubro de 2014

MALALA, Nobel de la Paz 2014, compartido con Kailash Satyarthi

Malala, la Nobel de la Paz más joven

La paquistaní Malala Yusufzai se ha convertido en la persona más joven, con solo 17 años, en obtener el Premio Nobel de la Paz. Un logro alcanzado por su defensa de la educación femenina después de casi pagar con la vida su apoyo a la causa.

"A pesar de su juventud, ya ha luchado durante varios años por el derecho de las niñas a la educación y ha mostrado con su ejemplo que niños y jóvenes también pueden contribuir a mejorar su propia situación", afirmó el Comité del Nobel al anunciar el premio.
Su nombre saltó a la palestra al saberse que ella era la niña que escribió un blog en la web de la BBC, la televisión pública británica, bajo el seudónimo de Gul Makai durante la dominación talibán del valle del Swat, en el norte de Pakistán, entre los años 2008 y 2009.
Fue en esa época cuando muchos niños, y sobre todo muchas niñas, se quedaron sin escuelas primero por la prohibición de los talibanes y luego por los intensos combates que duraron casi medio año.
Eso catapultó su fama en Pakistán y le dio cierta notoriedad internacional, en parte por el impulso de su padre, propietario de una escuela en Mingora (principal ciudad del valle), aunque esa misma fama le acarreó cada vez más enemistades entre los radicales.

La niña hizo una encendida defensa del derecho de las niñas a ir a la escuela y explicó como, a pesar de las prohibiciones de los talibanes en su región, ella y otras niñas burlaban los obstáculos y seguían asistiendo a clase gracias al valor de algunas maestras.
Su discurso -y algún comentario considerado provocador en Pakistán, como decir que tenía como referente al presidente estadounidense, Barack Obama- acabó llenando el vaso de la ira de los extremistas, que enviaron a sus pistoleros a Mingora.
El 9 de octubre de 2012, la joven volvía a su casa tras realizar unos exámenes cuando el vehículo en el que viajaba con otras quince niñas fue abordado por dos hombres armados que preguntaron quién era Malala y, tras identificarla, le dispararon.
Las balas impactaron en la cabeza de la niña, los agresores la dieron por muerta aunque Malala pudo salir viva.
Tras ser trasladada de urgencia a un hospital de Rawalpindi, cerca de la capital del país, la pequeña fue llevada aún inconsciente al Reino Unido, en parte porque había serios temores de que los talibanes quisieran terminar el trabajo.
Los supuestos culpables, miembros de la facción talibán que había aterrorizado el Swat y que ahora se refugia en el vecino Afganistán, fueron arrestados hace un mes por el Ejército paquistaní.
A partir de ahí, vino la lenta recuperación, aunque aún son visibles la secuelas que le dejó el atentado, y el ascenso de Malala como icono internacional con una celebrada aparición en Naciones Unidas.

Antes del Nobel -concedido también a Kailash Satyarthi, activista contra el trabajo infantil en la India-, recibió numerosas condecoraciones como el premio Sajarov a la Libertad de Conciencia que otorga el Parlamento Europeo, el Simone de Beauvoir y el Premio Convivencia Manuel Broseta.
"Yo soy Malala", su autobiografía, se ha convertido en un superventas internacional.
Durante la presentación del libro hace un año en Nueva York, la joven activista aseguró a Efe que le gustaría llegar a ser primera ministra de Pakistán, porque "la mejor forma de luchar contra el terrorismo y por la educación es a través de la política".
"Ahora siento que es mi responsabilidad seguir trabajando por la educación y hablar por los derechos de quienes sufren el terrorismo y quienes no tienen voz", sentenció Malala, que añadió que quiere seguir estudiando duro "para volver algún día a Pakistán".
"Es mi país y uno no olvida la tierra donde nació. Espero volver lo antes posible", concluyó Malala.
Pakistán ha recibido hasta ahora con frialdad e indiferencia la celebridad de la joven, algo que el Nobel podría cambiar.

(Nota: Articulo tomado de: www.semana.com/gente/articulo/malala-la-premio-nobel-de-la-paz-mas-joven/405603)




KAILASH SATYARTHI

Satyarthi, de 60 años, ha recibido también el Nobel de este año, por su larga lucha contra la explotación de decenas de miles de niños en India, una práctica todavía muy extendida en las fábricas o en las casas, como criados.
En los años 80, este activista dejó su carrera de ingeniero en una compañía eléctrica para crear dos asociaciones de ayuda a los niños, la Bachpan Bachao Andolan y el Save Childhood Movement.
Su pasión se remonta a la infancia, cuando a los 7 años vio a un niño zurcir zapatos porque su familia era demasiado pobre para enviarlo a la escuela.
En 1994, este hombre padre de dos hijos creó Rugmark, conocido actualmente bajo el nombre de GoodWeave International, un sello de calidad que llevan las alfombras que no han sido fabricadas por niños.
Satyarthi preside igualmente la Global March Against Child Labor, un movimiento constituido por unas 200 asociaciones y movimientos sindicales en unos 140 países.
Su labor se inició denunciando los almacenes o fábricas de India donde trabajaban menores. Ello le permitió liberar a familias enteras obligadas a trabajar para devolver un préstamo. Explotadas e incapaces de pagar esas deudas, esas familias son a menudo vendidas a otros patronos.
El activista también ha convocado numerosas manifestaciones no violentas contra la explotación infantil, siguiendo la tradición de Gandhi, como lo subrayó el comité Nobel al justificar el premio.
En 2007, Satyarthi había organizado una marcha de varios miles de kilómetros contra el tráfico de niños a lo largo de la frontera de India con sus vecinos asiáticos.

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